Un estruendo a lo lejos, el cielo con nubes grises y azules plomizos, golpes de viento fresco y aroma de tierra mojada. Huele a lluvia, se acerca la tormenta. Un relámpago que ilumina la tarde oscura, el niño que cuenta; uno, dos, tres… y el sonido del trueno que lo llena todo, se acerca. Los perros ladran, los pájaros vuelan rápido volviendo a casa. Me acerco a la ventana y la cierro dejando solo una rendija de cuatro dedos. El aire está alborotado, entra con fuerza y silba en susurro misterioso tal novela de Poe.
Estamos en la segunda semana de Septiembre. Yo esperando a que vengan esas tormentas. Me da la sensación de que debería estar molesto por desear que lleguen. Mi mujer y prácticamente todo el mundo me dice que es una pena por que se acaba el verano. Pues no sé, a mi me gusta que llegue el Otoño, bueno, me encanta.
Me gusta que tengamos estaciones, que se diferencien, que todo cambie. Aunque cada vez se note menos. De donde son mis padres, mi padre me cuenta que de pequeño, cada invierno, nevaba hasta casi cubrir por completo las puertas de las casas. Que después de la gran nevada, con una pala, cada vecino hacía camino hasta la puerta del siguiente vecino. Eso hace muchos años que no pasa, ya ni siquiera nieva.
A mediados de Junio, encontré una nueva mariposa. No es de las que se suele ver normalmente por los campos de Viladecans, aunque según leo, es bastante común en toda la península.
Se trata de la mariposa «Maniola jurtina» (Cast. Loba y en Cat. Bruna dels prats) de la familia Nynphalidae. Es de un tamaño considerable, de 45 a 52 mm. Se encuentra por toda Europa y Norte de África. Su periodo de vuelo y cuando la podemos ver es aproximadamente desde mediados de Mayo hasta mediados de Septiembre.
Esta que muestro aquí es un macho, que se distingue mucho de la hembra, que tiene el anverso alar con unos colores más anaranjados y que se puede confundir con otras mariposas.
Esta especie solo desarrolla una generación al año. Durante los días más calurosos del verano, los imagos suelen descansar posados e inmóviles en lugares sombreados, a veces incluso durante varios días. Las hembras realizan la puesta poniendo los huevos de manera individualizada en las gramíneas nutricias, aunque en ocasiones pueden dejarlos caer en el suelo. Las orugas eclosionan a los pocos días y están activas por la noche alimentándose durante este período para permanecer ocultas durante el día. Con la llegada del frió, la oruga o larva comienza a hibernar a los pies de su planta nutricia. Tras este periodo de invernación alcanza su último estadio, adoptando hábitos nocturnos y ocultándose por el día. La pupación suele realizarla muy cerca del suelo, en un tallo seco.
Aunque no es de colores llamativos, al menos a mi me pareció muy atractiva, tal vez por su envergadura y su preciosa forma, o tal vez por que no la había visto antes.

